El muro exterior del distrito mundano era grueso y alto. Rain pasó por el portal, todavía pensando en lo que su maestro había dicho...
—¿Bonita? ¿Soy bonita? Me estaba tomando el pelo, ¿verdad? ¡Ese granuja! Quizás si me permitiera tener un espejo en casa, no habría tenido que preguntar. —Sus pensamientos fueron interrumpidos por un guerrero Despertado que apareció de repente en su camino. Su equipo era visiblemente más potente que el de los jóvenes hombres y mujeres con los que se había encontrado afuera, y su rostro era mucho más maduro.
A diferencia de esos novatos inexpertos, él era un verdadero guerrero de la Canción.
—Por aquí, por favor.
Rain obedeció y siguió al Despertado hacia un lado, donde una cohorte de veteranos como él vigilaba atentamente a todos los que entraban en la ciudad. Estaban liderados por una mujer sorprendentemente hermosa vestida con una túnica encantada de seda color vino fino.
Una Maestra.
