—Lluvia se levantó sobre una rodilla en un movimiento fluido y levantó su arco —comenzó el narrador.
—Copos de ceniza caían de él como nieve negra, danzando graciosamente en el viento. En un latido, sacó una flecha de su carcaj y la encajó en la cuerda. Otro latido, y tensó sus músculos para estirar el arco.
—La aleación compuesta resistía su tirón, pero rápidamente se rendía ante su fuerza y forma perfecta, ambas consecuencia de un entrenamiento arduo y numerosas horas de práctica.
—Su arco... no era un elegante arma de Memoria. Era bastante mundano, hecho de aleación y filamento —más poderoso que los arcos de antes, pero nada que ver con sus contrapartes encantadas. Tampoco era un arco compuesto. Más que eso, incluso entre los arcos recurvados, el suyo estaba en el lado más débil.