El Señor de las Sombras no parecía de humor para hablar después de la conclusión del duelo. Tal vez estaba insatisfecho con su resultado, o tal vez simplemente se había esforzado demasiado para resistir el torrente de acero desatado por Nephis y necesitaba descansar. Con lo misterioso que era el recluso Santo, era imposible saber qué pasaba por su mente.
De cualquier manera, poco después de haber desaparecido en la oscuridad, el hermoso diablo de ónix se movió una vez más, invitándolos a salir y hacer un campamento afuera del templo.
El territorio alrededor de la antigua Ciudadela parecía lo suficientemente seguro, con todas las Criaturas de la Pesadilla habiendo sido erradicadas por Sombra y sus sirvientes. Así que, los Guardianes del Fuego no se oponían a descansar afuera... de todas formas, no había confianza entre ellos y el maestro del templo aún. Se habrían sentido incómodos descansando bajo su techo, rodeados de poderosas criaturas.
