—No lo haría. Pero puedes llamarme Sombra.
La voz del hombre que se hacía llamar Sombra resonó en el templo sin luz, haciendo parecer como si la oscuridad misma hubiera respondido a su pregunta. Esa voz extrañamente elusiva era fría y distante, desprovista de cualquier emoción.
Y, sin embargo, había un atisbo de arrogancia en ella.
Nephis frunció el ceño sutilmente.
Ahora que las presentaciones estaban fuera del camino, era hora de anunciar el propósito de su visita. Sin embargo, estaba en desventaja. El amo del templo oscuro parecía saber todo sobre ella, y sin embargo, ella sabía casi nada sobre él.
Incluso Cassie, cuya mirada podía penetrar incontables misterios, parecía estar completamente ciega ante la existencia del Señor de las Sombras.
…Concedido, Nephis tenía alguna idea sobre su verdadera identidad.
La oscuridad habló de nuevo, su voz permaneciendo sin emoción:
—¿A qué debo el honor de estar en la presencia de la Dama Estrella Cambiante? ¿Qué quieres de mí?
