Una extensa llanura blanca brillaba bajo un sol cegador. Parecía engañosamente interminable, desprovista de cualquier característica. Ningún ser viviente se movía por su superficie, y ninguno se atrevería a hacerlo.
Estrella Cambiante del Claquinmortal estaba arrodillada en esa llanura. Había estado allí durante tres días sin mover un músculo, e incluso su mano derecha estaba congelada en el aire, sujetando el puño de una espada plateada. Su hoja era como un espejo radiante que reflejaba un vacío blanco y sin límites.
Su rostro impasible mostraba signos de fatiga, pero sus hermosos ojos grises eran fríos y agudos, llenos de una resolución indomable que rozaba la obsesión.
Su cabello plateado se movía ligeramente con el viento.
—Señora N—ephis... el viento... —Permaneciendo inmóvil como una estatua, ella habló sin mirar atrás:
—Lo sé. Mantente fuerte.
Hubo unos momentos de silencio, y luego otra voz habló:
—No... no sé cuánto tiempo más puedo aguantar.