Mientras la ciudad se despertaba lentamente, Sunny terminó su café y se recostó, disfrutando de sus últimos momentos de paz. No tenía muchos clientes habituales, pero había algunos. Probablemente empezarían a llegar pronto, lo que significaba que estaría ocupado durante las próximas horas.
Antes de eso, sin embargo...
Echó un vistazo a su sombra, su mirada se volvió distante por un momento.
Entonces, una voz familiar susurró en su oído:
—Has matado a un Gran Demonio.
—Tu sombra se fortalece.
Era su propia voz.
Sunny pasó sus dedos por la pulsera negra en su muñeca izquierda y exhaló lentamente. La pulsera era una Memoria que había creado tiempo atrás... era una burda imitación del Hechizo, reemplazando algunas de sus funciones más simples. Anunciar sus bajas era una de ellas.
Se movió ligeramente.
—Eso... salió mejor de lo esperado —murmuró—. Acababa de matar a un Gran Demonio.
