Sunny estaba en la cubierta de la balandra de Ananke, mirando a Cassie, pero sin ver nada. Una tormenta de emociones, pensamientos fragmentados y deseos ardientes se desataban en él, dificultando la comprensión del verdadero alcance de la elección que se le presentaba.
Tomó una profunda respiración.
En ese momento, el Pecado del Consuelo intentó distraerlo diciendo algo, pero Sunny cortó con fuerza la voz del espíritu de la espada, concentrándose en el sonido de las olas rompiendo contra la costa del páramo helado.
—Tranquilízate… pensemos esto detenidamente.
Entonces… Cassie, quien se había vuelto tan callada y modesta que casi era invisible, había estado ardiendo con una loca ambición todo el tiempo. Al igual que Sunny, que había jurado romper las cadenas del destino que lo ataban, ella también había estado persiguiendo el mismo objetivo.
