Sunny miraba a Cassie, luchando por creer cuán profunda era la raíz de su misterioso plan. Recientemente había notado que la personalidad de la chica ciega cambiaba drásticamente después de las crueles palabras que le había arrojado en el nivel subterráneo del complejo médico de la Academia, justo después de la Costa Olvidada.
Fue entonces cuando ella había comenzado a tejer su telaraña, muy probablemente.
Al observar a la joven mujer sentada frente a él, enfrentando su mirada con orgullo oscuro y desafiante, sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal.
—¿Cuál de nosotros es digno de ser llamado heredero del Tejedor, siquiera?
Cassie tenía una afinidad por el destino tan alta como él, después de todo, si no mayor.
Tomó un profundo respiro, sintiéndose sofocado.