La escalofriante oscuridad cubría Antártida como si fuera un sudario. El crepúsculo del atardecer finalmente había sucumbido a la inevitable llegada de la ausencia cruelmente duradera de luz, y había llegado la larga noche al Cuadrante Sur, preñada de incontables horrores.
Esta noche iba a durar muchos meses, y al final de ella... ¿quién sabía si algunos de los humanos a los que abrazaba seguirían con vida? ¿Cuántos de ellos tendrían la suerte de volver a ver la luz del día?
...Sunny nunca había experimentado una noche como esa.
El sol se había ido, y el cielo vacío estaba lleno de estrellas brillantes. El pálido rostro de la luna se demoraba entre ellas de vez en cuando, yendo y viniendo como le gustaba. A pesar de lo oscuro y frío que se había vuelto el mundo, era extrañamente hermoso.