Al día siguiente, comenzó el éxodo del Primer Ejército de Evacuación del Cuadrante Norte.
Sunny y los otros capitanes observaron la masa de humanos, maquinaria y contenedores de carga fluyendo hacia las bodegas aparentemente sin fondo de los cuarenta leviatanes de metal desde las altas murallas de la fortaleza del puerto. Ninguno de los seis habló, consumidos por pensamientos sombríos. Maestra Jet también permaneció en silencio.
Detrás de ellos, el gran campamento que había estado lleno de actividad hace apenas unos días había sido completamente desmantelado y desaparecido. Frente a ellos se extendía el interminable gris del mar y un futuro incierto.
Aunque sólo un cuarto del contingente total de evacuación zarparía hacia el sur desde este puerto hoy día, el alcance de todo ello era verdaderamente inmenso. Al ver los temibles barcos y la avalancha de soldados abordándolos, Sunny no pudo evitar sentir un poco de asombro.
