Mientras Sunny se quedaba parado e inmóvil, petrificado por lo que veía, Noctis terminó de preparar el té y vertió el líquido ámbar en una hermosa taza de porcelana. Luego, el hechicero lo acercó a su rostro, inhaló el aroma fragante del vapor y dejó escapar un suspiro satisfecho.
Entonces, al darse cuenta de un invitado inesperado, miró a Sunny y sonrió:
—¡Sin sol! Qué agradable sorpresa. Espera... ¿cambiaste algo en ti?
El hechicero inclinó la cabeza con expresión confusa, estudió la figura imponente del demonio de las sombras durante unos momentos y, de repente, se mostró más animado.
—¡Oh! ¡Tu cuerno! ¿Cuándo lo rompiste?
«¿En serio? ¿Eso es lo que notó?!»
Sunny miró la taza en las manos del inmortal, luego agarró la Extraordinaria Roca. Realmente no tenía que sostener la Memoria para hacer uso de ella, pero en ese momento, Sunny estaba experimentando una necesidad desesperada de aferrarse a algo... a cualquier cosa.
