—¿Por qué has venido aquí, Solvane?
Sunny se dio la vuelta, mirando a la delicada mujer que estaba detrás de él, su vestido tejido con una tela verde simple, un cinturón de corteza de árbol envuelto alrededor de su delgada cintura. A pesar de parecer solo un poco mayor que su invitada, con piel suave y ojos avellana brillantes, había un aura tranquila y segura en ella que transmitía paz y seguridad a todos los que la rodeaban.
La mujer lucía bella, sabia... y joven. Tan, tan joven. También se parecía mucho a Sunny.
Como siempre, verla le traía tanto una cálida alegría como una profunda tristeza a su corazón.
Sunny sonrió, escondiendo su pena, y dijo con un tono suave y amoroso:
—...Hola, mamá. Tenemos un invitado.
La Dama del Bosque —su madre— lo miró por un corto momento y luego respondió con una voz llena de tensión y urgencia:
—¡Aléjate de ella, niño. ¡Ahora!