Sunny estaba cansado del silencio, del vacío y del temor silencioso. El miedo a lo desconocido había estado presionando fuertemente su corazón y, por un breve momento, quería que esta incertidumbre pesada terminara, sin importar cuán violenta y peligrosa fuera la confrontación resultante.
Pero entonces, tenía que apretar los dientes y recordarse que ceder al enojo y la frustración era una forma segura de morir. Sin conocer el alcance de la amenaza, tenía que mantener la calma y la cabeza fría.
Su mano, ya extendida para invocar un arma, se mantuvo en el aire por un par de momentos y luego se relajó.
Sunny envió una de sus sombras hacia adelante y pronto vio figuras humanas emergiendo de uno de los pasajes, algunas cojeando, otras cargando camillas con aquellos de su hermandad que estaban demasiado heridos para caminar.