En frente de ellos, el suelo estaba destrozado, creando una fractura titánica. El cañón era tan profundo y vasto que Sunny tuvo que forzar la vista para ver el otro lado. Coral carmesí se aferraba a sus paredes, derramándose por el borde como un torrente de sangre.
Hace mucho tiempo, un elegante puente de piedra blanca conectaba los dos lados del cañón. Ahora, sin embargo, estaba roto, quedando solo su base en su lugar.
Al mirar el puente, Sunny se dio cuenta de que debía haber habido un antiguo camino en algún lugar debajo de sus pies. Este conducía directamente a las puertas principales de la antigua ciudad, cruzando el colosal cañón mediante el milagroso puente y pasando por debajo del grandioso arco de mármol blanco.
Ahora que lo pensaba, el caballero sin cabeza, el Túmulo Ceniciento y la elegante mujer cuyas manos lo habían salvado dos veces también estaban en una línea recta. Quizás había otro camino que se dirigía hacia el este, también.