La bóveda del palacio del Rey Serpiente colapsó por completo, cayendo bajo su propio peso en una colosal nube de polvo. Dos enormes figuras oscuras se levantaron desde la nube, apenas visibles mientras se enredaban en una lucha furiosa.
…Abajo, en las calles de la ciudad, Nephis avanzaba hacia el palacio desmoronado. Luchaba contra la marea de humanos, el resplandor de su piel brillando intensamente en el crepúsculo del amanecer temprano. Su incandescente espada se había convertido en un borrón, seguido por un rastro de niebla carmesí.
Hacía tiempo que había perdido la cuenta de cuántos enemigos había derribado, cuántos cuerpos había destrozado y cuánto tiempo había pasado desde el comienzo de esta batalla de pesadilla.