Sunny se había transformado en la imagen del Rey Serpiente. Sin embargo, no era tan poderoso como Daeron. Su cuerpo de ónice era gigante, comparado con un humano, pero aún así era mucho más pequeño que lo que había sido la Serpiente Azul.
Mucho más importante que eso, no poseía el poder de una Gran Bestia. Sunny era meramente un Ascendido, después de todo, y aunque las sombras que había usado para formar la serpiente de ónice eran más poderosas y antiguas que él, la esencia que las había manifestado era la de un Maestro.
Seis sombras estaban aumentando su caparazón, esta vez, pero Nephis no estaba aquí para otorgarle la bendición de su llama... y aunque el Señor del Terror era más débil que la Serpiente Azul había sido, el dragón también no estaba lleno de horribles heridas y cerca de la muerte.
Nada de eso le importaba a Sunny, sin embargo.
Consumido por la frenesí, todo lo que sabía era el loco deseo de desgarrar a su enemigo.
«Mataré… Te mataré…»
