Nephis vio cómo se tambaleaba el palacio del Rey Serpiente, a lo lejos. Su bóveda se estaba derrumbando y una red de grietas aparecía en sus muros. Sin embargo, no tenía tiempo para prestar atención a lo que estaba sucediendo en la distancia... la calle en la que se había encontrado estaba abarrotada de innumerables guerreros, y todos se dirigían hacia ella, con una inquietante vacuidad ocultando sus despiadados ojos.
Cientos de ellos. Miles, incluso —y eso era solo en esta calle. Enemigos estaban frente a ella, detrás de ella y por todos lados.
Parecía no haber escape de esta inundación humana. Sus manos ya se extendían hacia ella, con el objetivo de atraparla y empujarla hacia abajo. Rodeada por la multitud ondulante, Nephis luchaba por no rendirse al miedo primordial.