Sunny observó el trono negro. El gran salón del palacio del Rey Serpiente estaba vacío y sombrío, escombros de piedra esparcidos por el suelo y suspendidos en el aire, partículas de polvo congeladas en los intensos rayos de luz. A pesar de la batalla cataclísmica que sucedía afuera, reinaba un silencio perfecto — excepto por los sonidos roncos de su respiración.
—Bien. Hagamos esto…
Sintió una mezcla complicada de alivio, anticipación y temor. Alivio y anticipación porque había llegado a tiempo, temor porque la batalla contra la horda de la Profanación continuaría en el momento en que cumpliera su tarea.