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De pie en la cubierta del Rompedor de Cadenas mientras atravesaba la oscura vacuidad, Sunny sentía una extraña mezcla de horror y excitación. Eso se debía a que la distancia que tenían que cubrir solo podía llamarse... cósmica.
No sabía exactamente cuán lejos estaba el Gran Río de los muros de la pirámide, pero tenía que ser un número astronómico de kilómetros —tal vez no tan inmenso como la distancia entre la Tierra y la Luna, pero de una proporción similar.
Si ese era el caso, lógicamente, les llevaría años regresar... sin embargo, el espacio mismo actuaba extraño en el interior de la Tumba de Ariel. A juzgar por la rapidez con la que se acercaba el Gran Río, llegarían en cuestión de unos días, o semanas como máximo.
En cualquier caso, eso no impidió que Sunny imaginara que estaba en una nave espacial.
