Sunny estudiaba la tranquila superficie del lago carmesí, inquieto. Había muerto en sus aguas unas cuantas veces, y cada una de esas muertes había sido tanto tortuosa como grotesca. Pero ahora que sabía lo que le había causado la muerte, se sentía aún más cauteloso del agua roja que antes.
En efecto… el entero lago de sangre era, en cierto sentido, una Criatura de la Pesadilla. Sin embargo, no era un ser vivo único.
En cambio, había criaturas microscópicas sin mente e insaciables viviendo en el agua ensangrentada, demasiado pequeñas para ver y demasiado numerosas para contar. Cada gota del agua ensangrentada contenía millones de ellas. Sunny había luchado y matado muchas abominaciones, desde behemoths titánicos hasta vermines parecidos a insectos que cazaban en enormes enjambres. Sin embargo, nunca se había enfrentado a Criaturas de la Pesadilla que no fueran diferentes de bacterias carnívoras.