Sunny hacía tiempo que había perdido la noción del tiempo… si es que aún existía en este furioso abismo. El aullido del viento y el rugido de atronadores truenos se habían fusionado en una ensordecedora cacofonía, haciendo sonar sus oídos. Su visión había sido robada por la niebla hirviente y los torrentes de agua. Sus pulmones ardían y sus músculos se sentían como si estuvieran a punto de desgarrarse.
No era fácil llevar a un Ascendido a un estado tan lamentable a través de puras dificultades físicas. Pero ahí estaba, sintiéndose morir. Con cada hora que pasaba… o minuto, quizás… Sunny usaba cada vez más esencia para complementar su menguante fuerza.