Capítulo 1020: La Bondad del Dios Emperador.
Colocando a Nero sobre la cama, Víctor besó su frente. —Duerme bien, mi Pequeño Dragón, volveré pronto.
Una pequeña sonrisa apareció en la cara de Nero mientras Víctor sonreía suavemente, acariciaba lentamente su cabeza, cubría el cuerpo de Nero con la manta y se volvía hacia Rubí.
Víctor miró a Rubí, que estaba a su lado. —Es hora de que me vaya.
—Mmm. —Ella asintió. De repente, agarró la camisa de Víctor, lo atrajo hacia ella y lo besó amorosamente. El beso duró unos minutos antes de que Rubí se apartara de él.
Víctor levantó una ceja. —¿Y eso qué fue?
—¿Qué? ¿No puedo besar a mi esposo? —dijo ella con una sonrisa pícara.
Víctor se rió. —Sabes que esa no era la razón de mi pregunta.
Rubí sonrió con amor. —Solo dándote mi recompensa por ser un gran esposo.