Víctor esperaba frente a la mansión, apoyado en un pilar con los brazos cruzados y una sonrisa en el rostro. —Mmmm, Hmm— Parecía canturrear una canción para sí mismo.
—¡Cariño!
—¿Umu? —Al escuchar la voz de su esposa, mira a Violeta con la boca ligeramente abierta, sorprendido al ver que lleva el mismo atuendo de cuando se conocieron por primera vez. La expresión de Víctor cambia lentamente a una llena de amor.
—¿Cómo estoy? —Ella mostró una sonrisa gentil.
—Perfecta.
—Jejeje~ —El estado de ánimo de Violeta pareció iluminarse y hasta parecía que salían pequeñas rosas de su sonrisa.
—¿Vamos? —Él extendió su brazo.
—¡Sí! —Violeta no pierde tiempo y agarra el brazo de Víctor posesivamente.
—¡NATALIA!
—Sí, sí. No he olvidado mi deber. No necesitas gritar, Dama Violeta. —Un portal aparece en la entrada de la mansión de Escáthach y pronto Natalia sale del portal.
—Oh, ¿has vuelto, Natalia? —Víctor mostró su pequeña sonrisa habitual, muy diferente a la que mostraba a sus esposas.