Recorriendo los pasillos subterráneos de su «guarida», Víctor pensaba en el paseo que había dado esta noche.
—Eso estuvo bien... Quizá debería hacerlo de nuevo en el futuro. A Víctor realmente le había gustado su «pequeño» paseo.
En solo una noche, había adquirido dos Criadas y un arma extraña que alguien más tarde revisaría para saber qué es.
En cuanto al arma, decidió mostrársela a Escáthach, pues al ser una vampira más antigua, podría tener una idea de qué era.
«Ese fuego rojo... Quiero saber qué era». Víctor sentía que ese fuego no era normal.
«Mierda, debería haber dejado vivo a ese lobo...» Lamentó un poco haber matado al lobo, pero no mucho. Después de todo, ese lobo le daba mucho asco.
Mientras caminaba, Víctor vio una puerta abierta, así que entró en la habitación y de repente se encontró con la vista de cuatro mujeres mirándolo:
—Cariño/Víctor... —Escáthach, Violeta, Rubí y Sasha hablaron mientras miraban a Víctor con una mirada que podría matar a cualquier mortal.