Acompañado de algunos truenos, hizo que la noche pareciera un poco aterradora.
Había un semáforo frente a él, y Nox miró por la ventana del coche, las gotas de lluvia del tamaño de un frijol cayendo en la calle.
Entonces, sus ojos se detuvieron al ver a una mujer corriendo repentinamente hacia una parada de autobús. Todo su cuerpo estaba empapado y se veía miserable.
A pesar de que aún era temprano, los autobuses seguían funcionando en la ciudad, así que Shelly no quería tomar un taxi para irse. Aunque Nox le había dado una suma de dinero y no tenía que ser tan tacaña, todavía no lo había conseguido. ¿Quién sabía si Nox de repente se echaría para atrás?
Con un hombre como Nox, ella no se atrevía a tener ninguna expectativa sobre él. De lo contrario, temía que la enojarían hasta la muerte.
