Al ver a Finn darse la vuelta y marcharse, Mónica se burló.
En cuanto a Finn, solo necesitaba luchar un poco por ella. Sin embargo, como no podía conseguirla, ya no era su responsabilidad.
Eso también estaba bien. Como las cosas estaban tranquilas tanto si estaban juntos como si no, no sería demasiado incómodo cuando se encontraran en el futuro.
Mónica empacó tres maletas grandes de cosas. Después de asegurarse de que no se olvidó de nada, sacó las tres maletas grandes de la habitación.
En el momento en que se fue, no pudo evitar suspirar. Resultó que dejar a alguien no era tan difícil como ella pensó que sería.
Cuando salió de la sala de estar, Finn estaba sentado en el sofá, aparentemente esperándola.
Al verla arrastrando la maleta, rápidamente se adelantó.
—Déjame ayudarte —dijo Finn.
Mónica sonrió, pensando: «Finn, ese imbécil, es bastante proactivo».
