La noche era oscura y tranquilizadoramente silenciosa.
En el salón del Jardín de Bambú, la agradable voz femenina de Jeanne resonaba y hacía eco.
La mano de Edward, que sostenía la copa de vino, se congeló en el aire.
Jeanne sostenía su mano, preguntándole muy seriamente si quería acompañarla a la cama.
Bueno, ¿debería?
Simplemente seguía mirando a Jeanne.
Jeanne también había esperado mucho tiempo, esperando la respuesta del Cuarto Maestro Swan.
Parecía que aceptaría cualquier respuesta.
El silencio llenó el espacio.
Jeanne no sabía cuánto tiempo había pasado, pero sentía que había pasado un siglo.
En ese momento, escuchó al Cuarto Maestro Swan decir:
—No.
Esa única palabra "no" resonó fuerte y clara, rechazándola.
Sintió un nudo en su corazón.
Eso es correcto, un nudo en su corazón.
Entonces, las comisuras de su boca se curvaron en una sonrisa, y soltó al Cuarto Maestro Swan muy naturalmente.
Edward también bebió su vino muy naturalmente.