La siguiente mañana, mientras Jeanne todavía estaba sentada en la taza del inodoro, recibió la llamada de Mónica. Ella contestó, "Mónica…—¡JEANNE! ¡Estoy perdiendo la cabeza! ¡Dios mío! —La furiosa voz de Mónica provenía del otro ...
—Entonces, ¿qué pasa?
—Jasmine, ¡tu malvada hermanastra! ¿Sabes lo que publicó en línea?
—¿Qué? —Jeanne frunció el ceño.
—Publicó, y cito, 'Gracias, Tío Eduardo.', ¡con una foto de ese zafiro de anoche! ¡Dios mío! ¿¡Edward Swan está fuera de sí!? ¿El superó a Eden solo para conseguir el zafiro para Jasmine!? ¡Absurdo!"
Jeanne permaneció en silencio. Algo parecía extraño y no era una sensación cómoda.
—Sé que me fui antes que tú ayer, pero escuché que Edward… Cuarto Maestro Swan quería entregarte el zafiro. Ni siquiera pude preguntarte al respecto y ¿terminó en la mano de Jasmine?"
—Rechacé el regalo.
—¡¿ESTÁS LOCA DE REMATE?! —Mónica gritó—. ¡Pensé que era un rumor! ¿Que Edward Swan no reacciona ante las mujeres?!"