"Mónica se sofocaba y sollozaba.
Los recuerdos de su padre acompañándola en el pasado se reproducían en su mente como una película.
La felicidad de su padre, su enojo, y muchas otras cosas... parecían de ayer, pero ocurrieron hace años.
—Papá, despierta —dijo Mónica y agarró su mano—. Papá, te suplico que despiertes. Si te despiertas, haré cualquier cosa que quieras. ¿No siempre has querido que consiga un trabajo? Te prometo que en cuanto despiertes, iré a trabajar y aprenderé en la empresa. Te ayudaré a administrar bien la empresa y no dejaré que trabajes tan duro. En el futuro seré muy obediente, ¿vale?
