En el sótano, Jeanne entró con el botiquín de primeros auxilios.
Ambas muñecas de Edward estaban atadas con cadenas y su cuerpo entero se apoyaba en la pared. Su cabeza estaba baja, lo que daba la impresión de que su cuerpo estaba tan débil que ni siquiera tenía fuerza para levantar la cabeza.
Jeanne se acercó y se agachó frente a él.
Sin embargo, no parecía sentir su presencia porque no hubo ninguna reacción por parte de él.
Jeanne lo miró pensativa.
—Edward —dijo ella.
Parecía haber una leve reacción en el cuerpo de Edward, pero también parecía que no había ninguna.
Jeanne le llamó y extendió la mano para desabotonar su camisa blanca.
Más que llamarla blanca, era más apropiado decir que ahora era completamente roja — roja sangre.
Se cuidó de no tocar su cuerpo.
Debajo de su camisa desgarrada, había heridas de látigo por todo su cuerpo. También había algunas abrasiones de tejido blando y moretones a causa de saltar desde la plataforma de 50 metros de altura anoche.