Monica ya llevaba mucho tiempo sintiéndose fría.
Aparte de un par de bragas que aún no se había quitado, no llevaba nada más puesto.
Tomó la ropa de Miles y ni siquiera pudo agradecerle, ya que toda su atención estaba en Finn, en su rostro moribundo.
Pensó: «No te mueras, Finn, te lo suplico, no te mueras».
Pronto llegaron al Hospital Central.
Miles había llamado al departamento de emergencias, así que cuando llegó su coche, ya había varios médicos esperándolos. Luego colocaron a Finn en la camilla móvil blanca, le pusieron una máscara de oxígeno y rápidamente lo llevaron a la sala de emergencias.
Monica y Miles los siguieron rápidamente.
En el pasillo de la sala de emergencias, la luz del quirófano se encendió, y la puerta se cerró herméticamente.
Con eso, Monica no sabía qué estaba pasando adentro.
¿Podría Finn...?
Finn no moriría.
Definitivamente no.
Los ojos de Monica estaban rojos mientras se sentaba tiesa como una tabla en el pasillo, esperando.
