Por la noche, se podían escuchar ruidos de golpes por todas partes.
Mónica se encontraba junto a Finn.
Observó sus manos. Sus hermosas manos de médico habían sido completamente arruinadas.
¿Acaso él...
¿Acaso él no necesita hacer... cirugías?!
¿Las manos de un médico no son muy importantes?
Mónica se mordió los labios con fuerza.
Su visión estaba borrosa.
Tan borrosa que no podía ver con claridad todas las heridas en las manos de Finn.
No pudo hacer que Finn se detuviera.
Lo único que pudo hacer en ese momento fue derribar la puerta, encontrar al Cuarto Maestro Swan y salvar a Jeanne.
Mónica solo miró.
Vio cómo Finn golpeaba la puerta sin cesar.
No sabía cuánto tiempo tardaría.
Quizás no tomaría mucho tiempo.
De repente, Finn se detuvo en lo que estaba haciendo.
Mónica lo miró con expresión vacía.
Lo vio retroceder de repente unos pasos.
Después, de repente, pateó fuerte la puerta.
¡Clang!
La puerta fue pateada y se abrió.
Fue abierta.