Tarde en la noche, Mónica abrazaba sus piernas mientras se agazapaba en el oscuro callejón.
Su mente estaba llena de imágenes de Jeanne siendo perseguida como loca.
Pensó en cómo Jeanne distrajo a los demás para asegurar su seguridad.
Sus lágrimas no paraban de caer.
Mónica no sabía por qué de repente estaban siendo perseguidas, pero temía que Jeanne muriera.
Mordió sus labios con fuerza.
Mónica estaba allí sola, y su cuerpo temblaba.
¡Quienes no lo han experimentado nunca sabrán cuán torturante es esto!
Después de un rato, escuchó el sonido de un coche acelerando.
Un coche negro entró en el callejón y frenó de emergencia al parar en la entrada del callejón. Al mismo tiempo, Mónica escuchó a alguien llamarla ansiosamente. —¡Mónica, Mónica, dónde estás?!
Mónica lloró aún más.
Nunca había necesitado un abrazo tanto como en ese momento.
Nunca había necesitado que alguien apareciera frente a ella tanto como en ese momento.
Su garganta se movió ligeramente.