Los pantorrillas de Mónica descansaban en el borde del sofá y sus pies descalzos colgaban en el aire.
—Ni lo pienses. No saldré —Mónica sintió que Finn se acercaba a ella, así que dijo con confianza.
—Tu papá va a soplar las velas —Finn dijo condescendientemente.
¿Por qué alguien aún haría eso a esa edad?
¡Espera... Fui yo quien lo pidió con insistencia en ese momento!'
Como era de esperar, se lo había buscado ella misma.
Mónica se levantó del sofá con dificultad y su rostro se llenó de ira.
Cualquier cosa.
Solo dejaré que duela y moriré.'
Metió su pie en su tacón alto.
—¡Agh...! —Antes de que pudiera ponerse el tacón, sintió que iba a morir del dolor.
Finn miró su expresión exagerada y dijo fríamente:
—Te lo mereces por usar tacones tan altos.
—¡Sí, me lo merezco! —Mónica fulminó con la mirada a Finn—. ¡Me lo merezco por usar tacones tan altos solo para reducir la diferencia de altura entre nosotros!
Finn se quedó atónito.