Nox arrastró a Shelly a la habitación privada y soltó su brazo con enojo.
Shelly tampoco se fue. De todos modos, no podía escapar. A lo sumo, simplemente lo tomaría como si el perro frente a él se hubiera vuelto loco.
—Cómete esto primero —ordenó Nox.
Shelly echó un vistazo a la medicina y un vaso de agua en la mesa de centro.
—¿Por qué? ¿Quieres casarte conmigo teniendo a mi hijo? —Nox levantó las cejas.
Shelly soltó una risita. Luego, tomó la pastilla frente a ella y se la tragó sin dudarlo. Aunque había tomado una píldora anticonceptiva temprano en la mañana, nunca tendría el hijo de Nox en su vida entera.
Nox se sintió un poco disgustado cuando vio que Shelly no dudaba. Estaba preparado para que Shelly encontrara una excusa para no comer la pastilla, ¡pero no esperaba que se la comiera de un bocado!
Sintió que algo se quedó atorado en su garganta, haciéndolo sentir pánico.
—¿Algo más? —preguntó Shelly después de tomarse la pastilla.