—No necesito tu compañía.
—Teddy también necesita descansar.
—No tengo que descansar… —Teddy tragó sus palabras cuando se encontró con la mirada de Candice.
De hecho, ahora él regresaría a su habitación después de que Jorge se durmiera por la noche.
Las heridas de Jorge se estaban curando muy rápidamente. Aparte de la herida en sus piernas, todo lo demás estaba bien. Por lo tanto, no necesitaba ningún cuidado especial.
—No necesito que Teddy me acompañe. Todos ustedes, salgan.
—Joven Maestro, ¿no acordamos lavarte el cabello esta noche? —Teddy había vestido ya a Jorge.
Al menos eso hizo que las cosas fueran menos incómodas para Jorge.
—Ya no me lo voy a lavar.
—No te has lavado el cabello durante una semana. —Teddy no pudo soportarlo más.
Jorge estaba un poco obsesionado con la limpieza. Si Teddy no lo hubiera detenido, ya se habría lavado el cabello hace mucho tiempo.
—Te ayudaré a lavarlo.
—No.
—Teddy, sal, —ordenó Candice.
Teddy estaba en un dilema.