Ella era una adulta, y tampoco le faltaba un brazo o una pierna.
—Tenía miedo de que estuvieras demasiado débil.
—No lo estoy —Candice replicó.
—Si no estás débil, no te habrías caído de bruces justo ahora.
«Deberías haber sido tú el que se cayera de bruces en su lugar» pensó Candice.
Como si pudiera leer la mente de Candice, Edward sonrió y le dijo con dulzura a Candice, —Sé buena. Abre la boca.
Candice miró a Edward y lo resuelto que estaba, así que abrió la boca obedientemente. No podía creer que se dejara embaucar tan fácilmente por ese hombre.
Comió la tostada que Edward le dio y estaba realmente deliciosa. Después de haberse alimentado con la deliciosa comida, decidió no perdonarlo.
La habitación estaba llena de amor
Candice se lo terminó todo de un golpe. Al final, solo quedaron la corteza y las migajas en el plato.
Edward preguntó, —¿Estaba delicioso?
—Sí —Candice asintió.
