—¿No te gusta? —preguntó Edward.
Había claramente un toque de mimo en su tono.
Candice frunció el ceño.
Sintió que había escuchado esas palabras familiares en algún lugar antes.
Se obligó a calmarse y sonrió elegante. —Jefe, has malentendido. No es que no me guste. Solo escuché que esta pulsera de jade fue dejada por tu exesposa, así que quería pujar por ella y devolvértela. Me conmovió mucho que pudieras asistir personalmente al banquete benéfico e incluso donar un artículo para la subasta, así que quería usar este artículo de la subasta para agradecerte.
Edward retiró su mano en silencio.
No hubo incomodidad.
Simplemente observó cómo Candice rechazaba su regalo con indiferencia y habilidad.
—De acuerdo —dijo.
Esa misma respuesta indiferente de nuevo.
Candice solo sonrió. No sabía si era una ilusión, pero tuvo la sensación de que Edward la estaba mirando de manera extraña.