—Alex no se inmutó ante la burla de Jeanne. En cambio, —dijo—, Edward ha estado de acuerdo.
Jeanne lo miró.
—No escuchaste mal. Él aceptó —dijo Alex de nuevo.
Jeanne se rió—. Ya que él aceptó, ¿por qué viniste a decírmelo tú mismo? ¿Para que pueda llevarme en paz con ella?
—Bueno, no lo llevaría tan lejos. Antes de que te vayas, ella no puede vivir posiblemente contigo.
—Entonces, ¿me estás mandando lejos? ¿O vas a matarme?
Alex —dijo—, Sí pensé en matarte directamente.
Jeanne apretó los puños con fuerza.
—Pero Edward me dijo que te esperase para que tuvieras a su hija —dijo Alex, pronunciando cada palabra—. En otras palabras, tu valor terminará en el momento que des a luz a tu hija.
—¿Edward sabe eso? —preguntó Jeanne.
—Es lo máximo que él puede luchar por ti. No deberías culparle.
—¿De verdad? —Jeanne se burló.
Alex quería decir que le estaba permitiendo vivir un poco más, por lo que ella debería estar agradecida.
