Cuando Edward regresó al Jardín de Bambú, Jeanne seguía en un sueño profundo.
Se acercó y se sentó junto a la cama. Tan pronto como se sentó, Jeanne se despertó sobresaltada.
Todavía se despertaba tan fácilmente. Era como si su sueño nunca hubiera sido tranquilo. El más mínimo movimiento la hacía abrir los ojos y ponerse en guardia.
Cuando vio que era él, bajó la guardia y se inclinó naturalmente. Se acostó en sus brazos como un gato y preguntó —¿A dónde fuiste?
Resultó que ella sabía que se había ido.
Él respondió —Mi papá me estaba buscando.
—¿Para qué?
—Nada bueno.
—También lo pensé. —Jeanne apoyó su cara en su pecho.
El sonido de su corazón latiendo era muy intenso.
Ella dijo —Cuando estabas inconsciente, escuchaba los latidos de tu corazón todos los días.
—¿Tenías miedo de que me muriera?
—Sí. —Jeanne asintió.
—No voy a morir. —Edward pronunció cada palabra.
—Lo sé,
—¿Quieres salir a dar un paseo? —Edward le preguntó.
