Ella finalmente le dijo la verdad acerca de por qué había hecho eso. No se lo contó a nadie. Después de todo, ¿cómo podría una plebeya como ella preocuparse por el país y la gente? Temía que nadie la creyera y que todos pensaran que estaba loca. Miró a Michael.
—Has decepcionado a mí y a todo el pueblo de Harken. No sé si la crianza de tu padre te enseñó a utilizar los medios más despreciables para obtener un futuro brillante, o si él también esperaba que pudieras servir al país. No sé si te arrepientes de tu vida por esto, pero espero que si hay una próxima vida — si es que existe — y puedes aportar al país, por favor no falles al destino que te es dado.
El rostro de Michael estaba rojo, y sus emociones reprimidas estaban a punto de estallar. Como sus manos estaban esposadas y estaba intentando controlarse, su piel expuesta se tornó roja.
Mónica lo vio, pero no sintió lástima por él en absoluto. Después de todo, todo era culpa de Michael.