Sin embargo, guardó sus sentimientos para sí mismo y no los mostró.
—Habrá otra oportunidad la próxima vez —Edward le dio una palmada en la cabeza a Jorge—. Cumpliré mi promesa.
Jorge miró a Edward, quien lo consolaba con una sonrisa, y de repente extendió la mano para tomar la de Edward.
Los ojos de Edward se movieron ligeramente.
Rara vez Jorge tomaba la iniciativa con él, pero no se podía negar que Jorge ya no lo rechazaba.
—Estaré a tu lado —dijo Jorge.
Un rastro de sorpresa brilló en los ojos de Edward.
—Estaré a tu lado de ahora en adelante —dijo Jorge con certeza.
Edward soltó una carcajada. —¿Tienes miedo de que si tu madre ya no te quiere, yo tampoco te quiera?
La pequeña cara de Jorge se puso roja.
Sabía que Cuarto Maestro Swan no merecía simpatía.
—No te preocupes, no te abandonaré —Edward revolvió el cabello de Jorge.
Luego, se fue porque no quería mostrar demasiado sus emociones.
Jorge se quedó parado en el suelo, mirando la espalda alta de Edward.