"Aaron estaba disfrutando de un maravilloso sábado. El sol brillaba, el aire olía dulce y —lo más importante— tenía toda la atención de Keeley. Bueno, más o menos. Fue la vez que más atención le había prestado desde que él reencarnó.
Le hacía preguntas, divagaba mientras hablaba tal y como solía hacer, ¡e incluso se reía! Fue la primera vez que hizo eso en su presencia desde el soneto del Halcón Milenario.
Aiden merecía una bonificación por presentar esta idea. Estaba funcionando espléndidamente.
Lo único que empañó un poco su ánimo fue el pequeño toque de arrepentimiento que acompañó al notar su atuendo colorido. Nunca en ninguna de sus vidas la había visto vestida de manera tan informal y, en base a su conversación, se dio cuenta de que probablemente eso fue su culpa.