—¿Oye, Noah? —Violet preguntó suavemente—, renunciando a tratar de dormir.
—¿Sí?
—Gracias por venir a buscarme. No estoy segura de qué hice para que me odies... pero lo que sea, lo siento mucho. No tienes que esperar conmigo. Estoy segura de que alguien más responderá a su teléfono para cuando salga de aquí —dijo con un cansado intento de sonrisa.
—¿¡Odiarla!? ¡Él nunca podría! Pero Violet siempre había sido sensible a la forma en que otras personas actuaban hacia ella. En su mente, su evasión podría ser definitivamente malinterpretada de esa manera.
—¡Jamás podría odiarte! —Noah exclamó—. Solo estaba... solo... yo...
—¿Qué? —Violet preguntó con desgano—. ¿Qué otro motivo podrías tener para no responder a ninguno de mis mensajes durante semanas y luego no comunicarte en absoluto cuando dejé de intentarlo? No importa cuán ocupado hayas estado antes, nunca has hecho eso.