—Mamá. Mamá. ¡Mamá!
La voz de Violet sacó a Keeley de su estado semi dormido. Estaba tan cansada. Su hija la miraba con expectación y se dio cuenta de que probablemente había estado tratando de hablarle.
—Lo siento, Vi. ¿Podrías repetir eso? —preguntó con voz cansada.
—Dije que necesito que me lleves a la casa de Noah. Necesita ayuda con su proyecto de feria de ciencias —respondió Violet con impaciencia—. ¿Qué te pasa? Has estado muy distraída últimamente.
Keeley no pudo negarlo. No había faltado a ningún compromiso importante y dejado a sus hijos o amigos en banda, gracias a Dios, pero estaba bastante fuera de sí. Su mente estaba en el laboratorio o en alguna isla tropical.
Necesitaba unas vacaciones con urgencia, pero no era probable que las tuviera hasta que terminara el juicio actual. Luego podría tomarse una semana libre.
—El trabajo me está afectando —confesó Keeley—. Pero no te preocupes, estoy bien.