—Parece que después de todo puedes seguir instrucciones. Bien. Ven conmigo —dijo Aaron una vez que salió con su bandeja, agarrando de nuevo la mano de Keeley.
Ella mantuvo la capucha puesta. Aaron era demasiado llamativo sentado fuera de la cafetería, pero no quería ser arrastrada con él.
Mientras comía a regañadientes su almuerzo, él extendió la mano y le quitó la capucha.
—¡Oye! ¡Estaba usando eso! —protestó mientras se la volvía a poner.
—Pareces que estás a punto de robar una tienda de conveniencia —dijo él seriamente.
Eso era bastante irónico viniendo de él, ya que hizo exactamente lo mismo para escuchar a hurtadillas su conversación el otro día.
Keeley apretó aún más las cuerdas de la capucha para que apenas asomara la cara. —Dijiste que tenía que almorzar contigo; no tienes derecho a decirme qué llevar puesto.
—Él suspiró. —Bien. ¿De qué quieres hablar?
¿Hablabla en serio? No estaba a cargo de llevar la conversación si él quería hablar.