Unas semanas después, Keeley llevó a los gemelos en su paseo diario por Central Park. Algunas mañanas usaba el cochecito y otras los llevaba en un fular doble en su torso.
Recientemente habían aprendido a sostener sus cabezas, por lo que les encantaba estar en el fular y mirar todo a su alrededor mientras estaban sujetos a su madre. Esa mañana en particular, estaban en el fular. A ella le gustaba cambiar las cosas por el bien de su espalda.
Mientras caminaba en círculos por el parque, pensaba en lo bien que habían ido las cosas desde la toma del control. Claro, había recibido muchos comentarios incrédulos en Facebook e Instagram, pero eso había sido lo peor. Ni Alistair ni Roslyn habían intentado contactarla, lo cual agradecía.