—Keeley había visto cinco episodios de su espectáculo y Aaron no se había despertado. Apagó la televisión y fue a ver cómo estaba él, sintiéndose inquieta. ¡Él no murió en realidad, verdad?!
—Dinah maulló y salió de debajo de un mueble antes de seguirla escaleras arriba hasta la habitación de Aaron. Abrió la puerta lo más silenciosamente posible y notó que él estaba dormido como un tronco.
—Se inclinó cerca de su cara para asegurarse de que todavía respiraba. Parecía muy pálido. Definitivamente estaba respirando... ¿tenía fiebre?
—Puso su mano suavemente en su frente y accidentalmente despejó su cabello. No tenía fiebre.
—Una pequeña sonrisa nostálgica apareció en su cara. Ignorando el ojo morado, Aaron parecía mucho más tranquilo durmiendo. Más joven. Casi podía creer que era el adolescente del que se había enamorado hace tantos años.