Aaron parecía claramente incómodo. No miraba a los ojos de Keeley.
—No quería que vieras lo estúpido que parezco —admitió—. Pensé que te reirías de mí.
Vaya, ¿qué tipo de persona creía él que era ella? Keeley estaba un poco ofendida. —Olvídate de eso, ¿qué te pasó?
Su incomodidad aumentó. Realmente estaba cambiando de posición. El todopoderoso icono de los negocios Aarón Hale nunca actuaba así. Su curiosidad la estaba consumiendo, tenía que ser una muy buena historia para que él estuviera tan avergonzado. No solía avergonzarse.
—…una bolita de paintball rompió mis gafas.
Eso era absolutamente lo último que esperaría que saliera de su boca. Estaba completamente desconcertada.
—¿Qué?
—Cameron quería ir a jugar al paintball para su despedida de soltero y mis estúpidas gafas tenían un defecto, ¿ok? Me dispararon directamente en la cara —dijo fríamente antes de cruzar sus brazos frente a su pecho.