Keeley se cambió de uniforme a favor de unos jeans desgastados y cómodos y un suéter morado y blanco de lunares y se puso la ropa de invierno necesaria para combatir el frío antes de dirigirse al metro después de enviarle un mensaje de texto a su papá diciendo que iba a celebrar con una amiga.
A veces sentía que pasaba más tiempo en el metro que fuera de él, pero realmente no le importaba. Keeley era neoyorquina de pura cepa. ¡Le encantaba el bullicio de la ciudad!
En cualquier otro lugar sería demasiado tranquilo. Aunque Boston era una gran ciudad, sus años allí no se sintieron igual. Era reconfortante saber que esta vez no tenía que dejar su hogar.
Las pizzerías familiares eran un elemento básico de Nueva York y algo que Keeley extrañaba ferozmente cuando se fue a la universidad. Parecía apropiado celebrar el cambio de universidad yendo a una de ellas ahora.